Las fotos

Varias de las fotos icónicas sobre la dictadura fueron sacadas durante la movilización del 30 de marzo de 1982. Como la dictadura se había caracterizado por la represión clandestina, y prácticamente no había habido grandes movilizaciones callejeras durante el período, la represión desatada durante la jornada de protesta causó honda impresión. Incluso en la prensa escrita se notó una abierta simpatía y solidaridad con los manifestantes. En una de las fotos más características, el fotógrafo Pablo Lasansky captura el momento de una serie de detenciones. En el piso y contra la pared, un joven mira de reojo la escopeta de su captor. Sobre el muro y parte del cuerpo del muchacho, se proyecta la oscura sombra castrense. En segundo plano, hay otros jóvenes sojuzgados por la represión. Una composición perfecta.

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Otra que es muy difundida es la que sacó Daniel García. Donde se ve cómo otro manifestante es llevado a la rastra por cuatro policías. Cuál si fuera un Tupac Amaru argento, el joven es tironeado desde sus extremidades. Sus frondosos rulos contrastan con los cascos represores. Detrás, una señora mira la escena.

30 de marzo 1982- Daniel García.png

Las palabras

La movilización fue duramente reprimida en todo el país. Pero en Mendoza la brutalidad asesina se destacó del resto. Cuando los manifestantes mendocinos se dirigían a la Casa de Gobierno provincial, fueron recibidos con disparos de ametralladoras, efectuados por la gendarmería. El saldo fue de siete heridos de bala. Uno de ellos quedó gravemente herido y falleció pocos días después, el 3 de abril. Se trataba de José Benedicto Ortiz, secretario general de la Asociación Obrera Minera Argentina, regional Mendoza.

Esa misma noche, el Ministerio del interior emitió un comunicado donde sostenía  que el gobierno debía lamentar que “la INTEMPERANCIA haya provocado algunos heridos”. ¡La intemperancia! Cualquier parecido con la “Crisis causó dos nuevas muertes”, es pura coincidencia.

La palabra de los poderosos también dispara. Desde siempre.

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La dictadura se caía a pedazos. Pero todavía no había culminado su obra de sangre. La extraordinaria movilización del 30 de marzo fue un capítulo imprescindible de la lucha popular por la recuperación del espacio público y las libertades democráticas. Después de la guerra, el colapso del régimen se aceleraría. Como así también la movilización social y las huelgas. No hay un sólo derecho que nos hayan regalado. Cada conquista, cada libertad está regada con sangre obrera y popular. La apertura democrática no fue una excepción.